Una “erotisectomía” podría parecen la única solución. No lo es.

“Estoy dispuesto a cortarme mis testículos en pedazos para salvar mi matrimonio. Estoy preparado para hacerlo porque así haré sentir a mi esposa más tranquila”.
Los hombres que creen que son adictos al sexo están desesperados por encontrar una manera de controlar sus deseos sexuales, a veces llevando su desesperación a grados extraordinarios.
En marzo de 2021, la ciudad de Atlanta sufrió una trágica matanza en grupo, cuando el presunto autor del acto, Robert Aaron Long, con armas de fuego mató a ocho personas en un “salón de masajes asiático” y fue atrapado en la ruta a Florida, donde pretendía atacar locales desconocidos asociados a la producción de pornografía. Long, que había estado varios meses en una residencia de tratamiento contra la adicción al sexo, fue descrito por la policía como alguien que actuaba para “eliminar las tentaciones”. Los autonombrados adictos al sexo (condición no reconocida por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) se ven a sí mismos como víctimas y, muchas veces, sienten rabia hacia las prácticas de los trabajadores sexuales, los productores de pornografía y las personas que “inspiran la lujuria”. Pero algunos, en vez de eso, sienten rabia consigo mismos y toman medidas extremas para controlar su sexualidad.
En "Out of The Shadows", libro que literalmente inició la industria del tratamiento moderno de la adicción al sexo, el Dr. Patrick Carnes contó la historia de un funcionario de educación del gobierno que perdió su carrera y su matrimonio por causa de un escándalo de “proxenetismo y prostitución” (133). Este funcionario del gobierno fue después tratado en la Universidad John Hopkins y fue puesto bajo medicación y un tratamiento de hormonas para castrar químicamente sus deseos sexuales (este individuo, anteriormente un hombre muy religioso a quien entrevisté en "The Myth of Sex Addiction", dejó esos medicamentos poco después y luego rechazó su identificación como adicto al sexo). Este no ha sido ni el primer ni el último hombre en buscar intervenciones físicas y médicas extremas para eliminar sus impulsos sexuales.
En 2008, Shad Meshach publicó "On Becoming A Eunuch: My Story of Sexual Addiction and How I Overcame It". En la página 48 del libro, él cuenta su extensa historia de asesoramiento para sus impulsos sexuales y varias intervenciones sin efecto, incluso incluye un “cinturón de castidad”. Meshach dice que una castración quirúrgica fue, al final, la única opción que quedó para él: “Sé que es la única solución que puede dar una cura permanente y efectiva para muchos hombres ahí afuera que están luchando contra su propia esclavitud sexual, para que así su esperanza de una vida normal y saludable sea restaurada”.
Desde 2007, un pequeño grupo de investigadores ha realizado una investigación con un grupo de hombres conocidos como “eunucos” y “aspirantes eunucos”, los cuales persiguen la castración voluntaria (eliminación de testículos), penectomía (eliminación del pene) o la emasculación (la eliminación física del pene y los testículos). Como se esperaba, hay una página web (eunuch.org) para que estas personas discutan y conecten más, presentando cientos de discusiones de autoidentificados adictos al sexo buscando la castración como la cura. Algunos en el foro están felices con su deseo de perseguir la castración, aunque hay poca investigación para predecir qué circunstancias aportan a la satisfacción.
Las investigaciones que se han hecho a estos individuos, una y otra vez, encuentran razones fascinantes de porqué persiguen las intervenciones voluntarias (distintas a la castración química ordenadas por la corte a delincuentes sexuales convictos):
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La reducción del deseo sexual es la razón más común, incluyendo:
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Hombres que buscaron eliminar sus testículos para “igualar su deseo sexual con el de sus esposas, las cuales ya no se sienten sexuales”. Uno de ellos dijo que él “quería que su deseo sexual fuera igual a la de su esposa” (Johnson, Brett, Roberts, and Wassersug, 2007).
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Hombres que buscan controlar o destruir los impulsos sexuales que los asustan.
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Fantasía sexual: Hombres que han fetichizado y erotizado la fantasía de tener sus genitales aliminados. Esta motivación existió en el caso de Armin Meiews, el conocido "Canibal de Roetenburg".
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Hombres que sienten que sus impulsos sexuales son condenados por sus creencias religiosas: “El deseo sexual excesivo estorba su camino cristiano” o “Siempre he pensado en hacerme la penectomía como un castigo por mi pecado sexual del pasado… Me enseñaron que el disfrute sexual es pecaminoso y degradante” ( Vale, Siemens, Johnson & Wassersug, 2013).
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Hombres que son homosexuales o bisexuales: en un estudio, los hombres homosexuales y bissexuales sumaron el 61.2% de entre aquellos que aceptaron una castración voluntaria y el 77.7% de entre aquellos que fantasearon o desearon la castración (Johnson & Irwig 2014). Aunque los datos no lo aclaran, parace ser que la homosexualidad y la condena religiosa pueden estar relacionados, los hombres que nacen en culturas que condenan los impulsos homosexuales tienen más riesgo de autoidentificarse como adictos al sexo y otras formas de autorechazo sexual.
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Hombres que han crecido en granjas y han visto la castración de los animales ahí.
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Hombres que han sido abusados sexualmente cuando eran niños.
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Hombres que han sido amenazados con la castración cuando eran niños, como castigo por masturbarse o por otros comportamientos sexuales: “Mi madre me descubrió en la sala de estar… Estaba pasando un buen momento jugando con esa cosa ahí abajo que se sentía tan bien cuando lo tocaba. La forma en que la recuerdo… estaba confundida. Me llevó a la cocina, bajó mis pantalones cortos hasta mis tobillos. Tomó un cuchillo y agarró a mi amiguito con la otra mano. Me preguntó si quería que me lo cortara porque yo estaba jugando con esa cosa” ( Vale, Siemens, Johnson & Wassersug, 2013).
- Hombres que buscaron eliminar sus testículos para “igualar su deseo sexual con el de sus esposas, las cuales ya no se sienten sexuales”. Uno de ellos dijo que él “quería que su deseo sexual fuera igual a la de su esposa” (Johnson, Brett, Roberts, and Wassersug, 2007).
- Hombres que buscan controlar o destruir los impulsos sexuales que los asustan.
En una publicación anónima, un “aspirante eunuco” buscó una cura para su adicción al sexo, decía: “He empezado a pensar más y más en que mi vida sería mejor sin mi deseo sexual fuera de control. No estoy interesado en la castración química: quiero cortármelos con una navaja”. La adicción al sexo es un tema regular en la psicología y autoinformes de aquellos que persiguen la castración voluntaria. Como muchas investigaciones han demostrado, la autodefinición de adicto al sexo está fuertemente impulsada por la moral y los conflictos religiosos sobre los deseos, comportamientos y fantasías sexuales de uno. Los hombres homosexuales y bisexuales son más propensos a ser designados como adictos al sexo, o de autoidentificarse como sexualmente adictos, cuando buscan ayuda en entornos religiosos donde sus deseos no heterosexuales son vistos como pecaminosos o anormales. Vale, Siemens, Johnson y Wassersug (2013), encontraron que los hombres que fueron criados por padres muy devotos, religiosos, tenían más probabilidades de haber tenido castración/mutilación de sus genitales, comparado con aquellos que sólo habían fantaseado al respecto.
En 2015, un ensayo en The Cut nos cuenta "Cómo es estar químicamente castrado". El artículo sugiere que hasta el 20% de los hombres que buscan la castración química con la droga llamada Lupron (casualmente, el mismo medicamento usado para suspender la pubertad en los niños identificados como transgéneros) lo hacen para autoreprimir aquellos deseos sexuales que los hombres sienten que no pueden controlar. Un hombre de 62 años, de Massachusetts, buscó la castración química después de que su esposa descubriera su historial de visita a las prostitutas. “Al identificarse como adicto al sexo, le pareció que la única manera de detener su comportamiento (y de salvar su matrimonio de 45 años) era medicar su cuerpo para someterlo”. “Habría hecho cualquier cosa para detenerlo”, dijo el hombre, hablando de sus impulsos sexuales como si fuera un drogadicto que no puede controlarse. “Quiero eliminar esta conducta, y luego podemos hacer todos los análisis que quieran”, informó el hombre que le dijo a su terapeuta, antes de que le mencionaran la castración química. “Estaba dispuesto a cortarme los testículos para salvar mi matrimonio. Estaba preparado para hacerlo porque quería que mi esposa se sintiera cómoda”. Después de eso, él informa, “Mi esposa estaba feliz porque sabía que no tendría que preocuparse de mí cuando no me estuviera viendo”.
Para muchos que buscan la castración, una compleja mezcla de dogmatismo religioso y avergonzamiento sexual alimenta su deseo por la automutilación. Muchos citan enseñanzas bíblicas, en apoyo a su pensamiento:
Jesús dijo: “Porque hay eunucos que así nacieron desde el seno de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y también hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte.” (Mateo 19:12, La Biblia de las Américas).
“Si tu mano te es ocasión de pecar, córtala; te es mejor entrar en la vida manco, que teniendo las dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible” (Marcos 9:43, La Biblia de las Américas).
Los primeros cristianos practicaron la “castración cristiana” para mantener la castidad y renunciar al deseo erótico. Esta práctica es llamada “síndrome escóptico”. En febrero de 2008, John Piper hizo la pregunta: “¿Recomendó Jesús la castración para cortar la adicción al sexo?”. Piper, un pastor cristiano de mucho tiempo con millones de seguidores, lucha con esta compleja cuestión. Él dice que Jesús no decretó la castración, pero que tampoco la prohibió. Él sugiere que hay varios diferentes caminos de fe para los valores sexuales religiosos y, además, invita a la posibilidad de que las palabras de Jesús hayan sido metafóricas. Más que una castración física, él piensa que Jesús quizás estuviera discutiendo una “llamada radical al celibato puro”. Pero él advierte de tomar decisiones que tengan “efectos permanentes y desconocidos en la vida personal”.
Un estudio único en 2016 usó la estimulación magnética transcraneal para eliminar temporalmente el deseo sexual en un laboratorio, encontrando que la técnica fue efectiva en reducir el grado en el que las personas muy sexuales buscaban experiencias sexuales en la semana siguiente al tratamiento. Pero, hasta ahora, los únicos tratamientos basados en evidencia para los problemas relacionados al comportamiento sexual que comúnmente se conoce como “adicción al sexo” son la terapia cognitivo conductual y la terapia de aceptación y compromiso. Aunque algunos medicamentos como las SSRI y el Naltrexone son usados en el tratamiento algunas veces, para disminuir las ansias o eliminar el deseo sexual, estos son experimentales, son medicamentos usados fuera de indicación.
Cuando las personas están luchando con sentimientos de autocontrol, odio a uno mismo y miedo de sus impulsos sexuales, el deseo de quitarlos es normal. Mi compañero, Doug Braun-Harvey, se refiere a esto como el deseo que fomenta una “erotisectomía”. Pero esa castración, sea física o psicológica, es un acto de desesperación, no es terapéutico. En terapias con personas que tienen esos miedos que sólo las opciones extremas los pueden ayudar, nos enfocamos en un tratamiento que calma las cosas y busca en la moral y los conflictos relacionados que provocan que tales actos desesperados se vean como necesarios y, luego, se trabaja en incrementar la autocompasión. Un tratamiento efectivo se basa en la conciencia de sí mismo, reducir la vergüenza, el autocontrol y la aceptación de la propia sexualidad de una manera saludable. La castración, el acto último de la autonegación erótica, no tiene lugar en los tratamientos modernos de salud sexual.
Sincero aprecio al Dr. Thomas W Johnson por la asistencia y el apoyo en investigar este fenómeno único.
Publicado el 23 de marzo de 2021 por David J. Ley, para Psychology Today | Revisado por Gary Drevitch
Enlace al artículo original: https://www.psychologytoday.com/us/blog/women-who-stray/202103/compulsion-anguish-and-castration.
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